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Mostrando entradas de junio, 2012

LA TARDE

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       Siempre que paseamos por la carretera ,te he preguntado "por qué te gusto". Cada vez que te lo decía te reías y nunca contestabas. Yo mismo me hice esa pregunta sobre tí, y no se me ocurre ninguna respuesta clara. A veces pienso que no te elijo, ni tú a mí. Pienso que nunca elegí nada de lo que tengo, ni de lo que soy. No creí jamás llegar a ser de esta manera, y me hubiera gustado medir más y ser más guapo...no sé.  No elijo si el día va a ser soleado, o aparecerán las nubes en el horizonte, no eligí que me sudaran las manos el día en el que te conocí, ni tampoco la pasión de los primeros meses. Veo la realidad a través de un cristal, de un escaparate de minúsculas fibras, que no me permiten intervenir, y cuando te comtemplo, esas fibras son de amor, al menos eso creo...pero no sé.        Nunca más te volveré a preguntar "por qué te gusto" o "qué ves en mí" , ni pretenderé saber porqué hoy hace sol, porqué tengo esta maldita suerte. Lo úni

EL VIAJERO

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       No sé cuantas horas llevo ya de viaje, o son días...pero da igual. Me da la impresión que todo se resume en esto, en ir hacia algún sitio.  Es sorprendente cuando te das cuenta de que realmente te llevan, siempre imaginé que te dirijes hacia donde tú quieres...pero no es así. Confias en ir hacia algún lugar, deseado o no.  En realidad te transportan, te conducen otras personas. Entonces, es el momento de encontrarte con la realidad: que estás a disposición de otros.  Recuerdo una historia que escuché alguna vez, aquella del antepasado de un conocido; me contaba que su abuelo murió de forma súbita, mientras viajaba en un calesín. El caballo siguió arrastrando el  vehículo, hasta que le llevó de vuelta a su casa. Era sólo un caballo.        El día que te conocí pensaba que era yo el llevaba las riendas de mis sentimientos y de mi vida. Siempre pensé que era yo mismo, el que tomaba decisiones, y hasta me sentí culpable en alguna ocasión. Ahora, en este instante de mi vida,

EL DESCONOCIDO

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       Lo primero que vi de él fue su espalda, ancha y fuerte. Luego su rostro, marcado y seguro.  Era de aquellos tipos que dan la impresión de ser inaccesibles, tan seguro de si mismo, tan activo, capaz de tomar deciones en un instante, y siempre con el matiz de la victoria segura. Luego recuerdo su voz grave y pausada, y sus medias sonrisas tan atractivas. Nunca pude imaginar que, su sola presencia, despertara en mí tanto interés, tanta admiración.        Aquella tarde le vi aparecer, caminando con pasos rápidos, unas gafas negras le tapaban sus miradas. Tuve la tentación de seguirle, de caminar tras él, a escondidas, para no ser descubierto. Quise conocer algo más. Al pasar ante mí, un breve saludo y...nada más.        Había pasado como un suspiro, en un momento tan breve y tan eterno a la vez. Entonces descubrí que había de ser así. Siempre me dijeron que la vida está llena de oportunidades, de ocasiones que hay que aprovechar, de trenes que debo de tomar a tiempo. Pero n

LA PLAYA

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       Me tumbé sobre la rena fría, era el mes de noviembre.  Estaba completamente solo, nadie  a mi alrededor, ni siquiera encontraba pies anónimos, que suelen aparecer en las playas de vez en cuando. Con los ojos cerrados, sólo sentía el sonido del mar, y aquella arena húmeda y dura llenaba mi alma. -"Estoy solo"- me decía constantemente, pero no era un pensamiento doloroso, el rumor de las olas, el aire eterno acariciando mi rostro, y el olor del mar, tan próximo a mi eran mis mejores amantes.  Nada me hacía falta en aquellos instantes, todo me sobraba.        Al abrir los ojos, encontré un cielo con hermosas nubes grisáceas, aquello me hizo pensar que la soledad no es buena, pero que realmente no estaba tan solo, porque me envolvía todo un cosmos lleno de vida y belleza.

EL JARDÍN

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       R. caminaba pausadamente por las calles de la ciudad. Aquella tarde le agobiaba, la sentía tediosa y exasperante. Necesitaba paz, pero no lograba encontrar el medio para llegar a ella. Fue entonces cuando divisó aquella pequeña puerta verde en una larga tapia, llena de grafitis y suciedad. Nunca se fijó en ella, a pesar de la eternidad de veces que hubo de recorrer esa calle. Una puerta que, tal vez porque siempre estaba cerrada, o quizá por su tamaño, casi diminuto, había pasado desapercibida. Sin embargo, esa tarde de verano, estaba abierta. Se asomó con timidez, pero a la vez con atrevimiento, nunca había hecho algo así, le parecía una actitud descarada. Pero lo hizo.        Tras los muros, había un pequeño jardín, Y en él las plantas verdeaban y creaban sombras. La paz se respiraba, como en el corazón de un ángel. Sólo el susurro del agua, que manaba de la fuente, creaba un estado semejante al de una madre adormeciendo a su hijo. Entonces intuyó la idea más felíz de su vida

EL APARTAMENTO III

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       Me pareció que aun estabas ahí, creí oir tu respiración y sentir el olor de tu sudor. Pero no. Te marchaste tras el golpe seco de la puerta. Tumbado boca arriba miro hacia el techo, me parece lejano, inaccesible, y recuerdo tu calor. Ahora llega el tiempo de la espera, del deseo contenido, del anhelo de tu voz, Entonces también, descubro que me haces grande, fuerte, invencible. Que el amor deja un rastro espiritual, algo así como una luz, un aura en todas las cosas. La brisa de junio entra por la ventana que dejaste abierta. Un viento milenario acaricia mi torso, me rodea y me envuelve en un estado numinoso.        Ahora soy más persona, más "yo" que nunca. y me toco las palmas de las manos, para asegurarme de que aun estoy inmerso en la realidad.

EL APARTAMENTO II

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       Me pareció un mundo, fué como esa  primera vez. Siempre lo es, porque nunca somos los mismos, ni las horas lo son, ni las circunstancias. Pero, además, sentí que había algo diferente a otras ocasiones, descubrí que te amaba. Cuando se ama todo es diferente, se come diferente, se respira diferente, hasta la risa y el llanto cambian. Por eso el sexo lo es, se hace más puro, más pleno. No sé si me atraías porque ya te amaba, o más bien al contrario, te amé porque me subyugaba tu mirada y tu sonrisa. Ahora, sólo pensar en tí, me excita, y haces que mi corazón palpite más fuerte. Que me vas a romper el pecho, con tu mero recuerdo.Y cada vez que te miro las caderas y tu fuerte espalda, se me eriza la piel. Sí...creo  que te amo, porque no entiendo el sexo sin tu piel, ni la vida sin tu risa, ni la fuerza sin tus manos poderosas.

EL APARTAMENTO

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       No quería darle una impresión equivocada, no buscaba una simple conversación, o pasar la tarde como confidente de proyectos, aun así procuré sujetar mis impulsos, pero los dejaba entrever adrede. Mi deseo era fuerte y profundo, y mi cuerpo se abalanzaba por momentos hacia el suyo. Eso le gustaba, y yo lo percibía en su respiración contenida. Era imposible dejar de mirarle,de contemplar el perfil oscuro de sus pupilas verdes, que se dilataban por momentos, convirtiéndose en espejos de cristal negro.        Dejé  que diera el primer paso, mientras me retorcía sobre el terciopelo del sofá rojo. Tomó un sorbo de su copa y puso su mano sobre mi muslo derecho, había llegado el momento. Acaricié su nuca y le besé. A partir de ese momento, ni una palabra, ni una mirada, nada...sólo fuertes caricias, y una violencia que se desbordaba, y la presión en el interior de mi pantalón hacía que olvidara, definitivamente, mi pudor.

EL CASTILLO

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       R. pasaba las tardes pensando en sí mismo, porque quería ser feliz. Era plenamente consciente de que la felicidad tenía algo que ver con el pensamiento, con un estado psíquico. Quiso ser como el Dios de la Biblia, y crear un mundo con palabras, una realidad en la que cada cosa está íntimamente unida a la otra, formando una tupida red de existencias. Y las palabras formaban parte de su poder eterno. -Ser feliz puede ser un estado químico- se dijo en algún momento, pero no pudo encontrar ese estado en las drogas, porque era una felicidad pasajera. Cuando algo tiene fecha de caducidad, quiere decir que, en algun momento deja de ser verdadera. Pero no, ser feliz había de ser como el amor, que no tiene fechas. No se promete amor un año, ni mil. Ha de ser para siempre, mientras me dure el aliento mientras, el alma no se disipe en la nada. -Voy a ser feliz- R. se planteó la felicidad como una tarea, un trabajo, una lucha. Es la lucha del pensamiento, porque no es mi cuerpo, ni mi

LA CASA ROJA

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Eran las seis de la tarde, una de esas tórridas tardes de verano , en la que la humedad cubría la atmósfera como un toldo de plomo. Nadie por las calles, sólo una ligera brisa que arrancaba el susurro de las palmeras. Fue entonces cuando apareció, por en medio de las celosías rojas, aquella mujer. De cabellos claros y rostro dulce, con su media sonrisa siempre dibujada en los labios. Su vestido blanco y vaporoso se movía rápidamente agitándose, como un velo en el atrio de un templo antiguo. Sé que no me has visto, aunque esté bajo tu balcón, suplicando oir tu voz una vez. Sé que no me verás jamás, porque, sobre todo, yo nunca lo permitiría. Prefiero arrastrarme sobre la tierra de tu santuario, y sentir el agua que cae de tus rosales.

LA SEDUCCIÓN

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       Todo comenzó, como empiezan normalmente las cosas entre personas, con una mirada. Aquella fué  de esas directas a las pupilas, una mirada desafiante y suplicante a la vez. Lo curioso es que sentí un pálpito, y algo me parecía decir que le resultaba atractivo. Entonces tensé mis músculos, marcando los pectorales. "me voy a comer el mundo", y le sonreí...        A pesar de la conversación, que lograba mantener con cierta dificultad, me resultaba imposible dejar de imaginar cómo le seduciría aquella noche, cómo acariciaría su cuerpo para hacerle estremecer...