EL VIAJE
Es curioso, cada vez que he querido hacer un viaje de placer, o por amor, siempre se ha iniciado de madrugada. Siempre de noche, pero en una oscuridad efímera, que anuncia el día con resplandores cortantes y fríos como la hoja de un cuchillo. El equipaje preparado desde el día antes, las cosas, recogidas, algunas aun sin guardar. Es cansado, fatigoso, pero la ilusión es la que empuja, la que mueve hacia la aventura.
Romper el amanecer con las maletas hechas es saber iniciar el día de forma radical, es abrir la luz a una nueva situación de tránsito, de provisionalidad existencial, de vivencia continua de experiencias. La virginal esencia del que viaja hacia una realidad desconocida, intuida, soñada y mil veces pensada.
Viajar, sentir el movimiento del barco el avión, el desplazamiento de mi asiento a través de cientos de kilómetros.
Pero el viaje sólo es real si tiene un destino si el tren se detiene, si los aviones golpean la pista de aterrizaje con sus duras ruedas. Llegar, y sentir la luz matizada por un lugar diferente al tuyo.
-."Aunque sea lo último que haga, quiero hacer de nuevo mi equipaje y salir de aquí. Quiero viajar hacia la felicidad".
Romper el amanecer con las maletas hechas es saber iniciar el día de forma radical, es abrir la luz a una nueva situación de tránsito, de provisionalidad existencial, de vivencia continua de experiencias. La virginal esencia del que viaja hacia una realidad desconocida, intuida, soñada y mil veces pensada.
Viajar, sentir el movimiento del barco el avión, el desplazamiento de mi asiento a través de cientos de kilómetros.
Pero el viaje sólo es real si tiene un destino si el tren se detiene, si los aviones golpean la pista de aterrizaje con sus duras ruedas. Llegar, y sentir la luz matizada por un lugar diferente al tuyo.
-."Aunque sea lo último que haga, quiero hacer de nuevo mi equipaje y salir de aquí. Quiero viajar hacia la felicidad".
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