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Mostrando entradas de mayo, 2016

UN BUEN DÍA

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¿Es la sencillez lo que nos hace vivir? Esa pregunta se hacía mientras sus cortos cabellos tocaban la fresca hierba, húmeda aún por el rocío de la mañana. Quizás fuese la tranquilidad que supone el estar tumbado bajo el infinito universo, cuando a tu lado no hay más que la inmensa pradera que sustituye al hormiguero que supone una ciudad de aquellos días. El instinto más apaciguador le había llevado hasta a aquel lugar; y simplemente para respirar, llenar sus pulmones y dejar salir el aire de una forma tan especial que nunca más se podría volver a ver la forma en que sus labios dejaban escapar toda aquella vida caliente. Ante el vuelo de los insectos y de los pequeños mirlos se dejó cerrar los ojos para descansar de aquella intensa luz blanca que le tostaba la piel con suavidad. Lo que se abrieron fueron sus sensaciones, aún adaptándose a la nueva inmensidad en la que se encontraba. Se atrevió a zambullirse en ellas y se imaginó un día, un buen día. Comenzaría con una tranquila ma

EL CAMINO

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         Me gusta emprender el camino, comenzar a navegar entre los sueños  incrustados en la graba del suelo, en los guijarros secos y pulidos por millones de años. Me gusta sentirme acariciado por la luz que se filtra a través de las hierbas que nacen inocentes en los márgenes de la carretera.          Y cuando alzo la mirada el cielo se enciende, se convierte en una bóveda, en la palma ahuecada de un ser invisible y misterioso, sintiendo el amor que la vida aun está por darme.           En esos pasos no pienso mirar hacia a tras, no quiero recordar la luz pasada a mis espaldas, porque vivir es sentir la eterna novedad, el relato sin fin de los ojos transparentes de la existencia.          Y las aguas que inundaron los espacios, no pudieron acabar con ellos, porque el gris de la desesperanza se ha vuelto verde, oro, luz y brisa. Voy a empezar a olvidar, porque las infancias tatuadas en el alma, los desarraigos, las traiciones y los desengaños no son más que eso: recue

CIUDAD MÁGICA

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Era todo tan mestizo, tan occidental, pero a la vez con la magia de estar en un mundo diferente; en una cultura milenaria donde la mezcla de lo oriental con la modernidad propia de nuestras vidas había engendrado un lugar único en la tierra. un lugar donde vivías dos tipos de días, según si era de noche o de día. Te despertarás con la imagen de gaviotas surcando un intenso cielo azul, batiendo sus alas sobre los minaretes de las mezquitas. Esta postal acompañada por un intenso y amargo café, acompañado de una tortilla con tomate fresco troceado y un yogurt con nueces endulzado con miel. De día el calor te hará sudar. Te dejará húmeda tu cabeza y los mojados, cortos y lisos, cabellos traseros dejarán caer las gotas que descenderán por tu cuello hasta ser absorbidos por el algodón de tu camisa blanca o amarilla. Olerás el pan tostado y el té recién hecho al pasar por las calles abarrotadas de turistas, vestidos como turistas, haciendo cosas de turistas. Bermudas, gorras, gafas de s

LA TIERRA HÚMEDA

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LA TIERRA HÚMEDA La tierra húmeda, negra y moldeable, se removía y amasaba por el movimiento de larvas, gusanos y escarabajos. Frank escarbó con sus magullados dedos en la fría tierra, de la que hoy forma parte de un fértil bosque abonado por los cadáveres que descansan, bajo las raíces, de esos miles de árboles perennes, que dibujan sus empinadas sombras en el musgo. Sacó una de las larvas más grandes, grisácea y viscosa. Andaba moviéndose entre sus dedos con calma. Nunca es fácil la primera vez, pero cuando has pasado a aceptar que tus días se basarán en sobrevivir, comer gusanos se convierte en algo tan rutinario y sencillo, como el té de las cinco que  tan lejos quedaba ya en sus recuerdos. Aún recordaba el confort que producía ver el humo ascender desde la taza; el calor que reconfortaba al bajar por su garganta la bebida endulzada; y la tranquilidad con la que sus labios se mojaban en la suave y delicada porcelana. Esto le hacía recordar otros labios. Unos más suaves,

A tomar por culo

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Retumba esta frase en mi cabeza cada semana que me atormenta su imagen. No sé el por qué con cierta frecuencia sus formas acuden a mi cabeza, mezclándose con mis recuerdos de abrazos y de labios blanditos. Joder ahora, ahora podría todo. Porque ya no temo nada. Todo aquello que no hice con su pelo y sus mejillas ahora podría; y lo peor es que sé que podría. Un grito ahogado en una habitación vacía no valdría para mostrar la complejidad del corazón y la mente de este que escribe. Y es que en esa habitación mal iluminada podría llenarla cada mañana de luz al levantar las persianas si con ello consiguiese abrir tus párpados, para que lo primero que viese esa mañana sea alguien que la desea profundamente. Tanto como un idiota, como un loco; como un hombre.  Ahora actuaría como un hombre contigo. Lo sé . Lo sé porque nada me haría más feliz. Porque ya no tengo esas cadenas que me apretaban los brazos. Lo sé porque los pantalones ya no se me caen; por que mis manos son ahora suav

EL PRÍNCIPE DEL MAR

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Debió de ser el notar los granos de arena húmedos en mis dedos. Aquellos granitos masajeaban mis pies, elevando el frío desde las huellas hasta mis hombros. La vista de un inmenso mar bajo un mar grisáceo se anteponía a mis ojos. Con la  cabeza levantada expiro y el vaho deja verse desde mi boca hacia las nubes que taponaban aquel cielo que nos sostenía. Comencé a andar hacia la orilla, mientras mis huellas marcaban aquella porción de mundo aún virgen. Faltaba tiempo para que cientos de piernas se encontraran en aquel lugar, para pisotearlo, para tirarse encima mientras reciben un sol al que temen. Para mí no había sol alguno en aquella postal, sino el rumor del oleaje más fino y salino que hayáis podido imaginar. Sólo un mar espejo y las huellas de unos dedos que desaparecían llevadas por el agua. Siguen durmiendo. Todos siguen durmiendo, hasta tarde, mientras yo salía en busca de lo sostenían mis pasos. No puedo evitar arrodillarme, coger arena mojada, gris como aquella, forma

DONDE RUGE LA CEBADA CAPÍTULO 3. ABRAHAM

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Un silencio anormal acompañaba al shock que reinaba en la pequeña población de Oldprovidence. La calle principal, lugar donde más se podía sentir la existencia de humanidad del lugar, daba la imagen de un pueblo desierto, decrépito y olvidado. Y fue esa la sensación recibida por Abraham Grey, la única figura que podía ejecutar el peso de la ley en 30 millas a la redonda  y que no fuese un casaca roja. Abraham no se había enterado lo que ya se sabía incluso en las poblaciones más cercanas a Old, como Littleport y Saint Mary, lugares no muy diferentes a el espacio de nuestros protagonistas. Recibió la luz cegadora del mediodía con una mueca de disgusto, poniéndose su gorro de tres picos de mala gana y ajustándose los pantalones a su gran cintura, mellada por las buena vida de aquel hombre que hacia ya dos décadas le había dicho adiós a lo que tuvo de atlético aquel cuerpo.  A esto tenía que añadirle la resaca que tronaba en su cabeza, a la vez que se le sumaba la ya

DONDE RUGE LA CEBADA CAPÍTULO 2

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El sol acababa de asomar por encima de las colinas que rodeaban la vieja población de Oldprovidence cuando el ya veterano Benjamin Johnson se asomó al porche de su casa para respira el poco aire fresco que daban los días de verano. Miró directamente al sol sin apartar la mirada. Una costumbre que había adoptado desde pequeño, y que tantos reprimentos le había costado por parte de su difunta madre. No pudo evitar sonreir y dar gracias al Señor por aquella plantación, pequeña pero funcional, de calabazas y cereales, con las que elaboraban las famosas "pumpkin ale" para refrescarse por la noche, a la vez que embriagaban al personal con ese toque tan característico que conseguían añadiendo un poco de canela a la mezcla de cebada, lúpulo, malta y calabaza. Padre de cuatro hijos, dos niños de 16 y 8 años y dos chicas de 11 y 5 respectivamente, llevaba dos años ya cuidando el sólo de aquellos jóvenes obligados a madurar a la fuerza por la repentina muerte de su esposa y madre p

A LA ALTURA

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La situación es demasiado normal para aquel lugar donde nos encontramos; un cementerio del siglo XXI. El sitio que no podemos evitar pisar alguna vez en nuestra vida. Con esta podrían ser cinco las veces que subía a la colina. No era un mal lugar para ser quemado, enterrado o, simplemente encerrado en muros de piedra, tras lápidas de un mármol brillante, pulido con esmero en aquel pareje entre olivos y con la ciudad a tus pies. Todo allí es demasiado natural. Naturaleza junto a la muerte. Sólo a los pájaros se les permite cantar. Los mismos pájaros que cada mañana te recuerdan que estás vivo. Y vivos estábamos. Al menos nuestro corazón seguía funcionando aunque nuestra mente se encontrara sumergida bajo un mar de vacío inevitable. Allí nos encontrábamos, en un banco de piedra blanca con vetas grisáceas acorde con la arquitectura del lugar. Mi padre, mi hermana y yo. No nos invadía una tristeza enorme, no, eso ya lo habíamos pasado. Sabíamos que el momento iba a llegar, pero no cuán

DONDE RUGE LA CEBADA CAPÍTULO UNO 1.EL MOLINO

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DONDE RUGE LA CEBADA CAPÍTULO UNO 1.EL MOLINO No corría ni una brizna de aire aquella noche en Oldprovidence. El viejo molino se encontraba dormido, como si sus aspas se hubiesen silenciado con aquel paraje. Sus carcomidas paredes, las que en un tiempo se barnizaron de un amarillo mostaza, orgullo de aquel joven que ya no se sostenía sin su muleta, daban un tanto de pena y dejaban intuir el deterioro de aquella población, cuya industria se había trasladado a urbes más prósperas como Nueva York o Boston. Ambas unas millas más al norte de aquella, la que antes se veía como la capital de producirse una esperada independencia por parte de los jóvenes colonos ya entrados en años. Una tranquila noche sonorizada únicamente por los búhos, que hacían de la noche su vida. Pocas eran las ventanas iluminadas de aquellas edificaciones, las más altas sin superar los tres pisos. Una de ellas, la única que permitía adivinar rastros de actividad humana, era la taberna de

HISTORIA ARTE ATRACCIÓN Y TACTO

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Los pasos se empiezan a desviar por aquel suelo de ladrillos escalonados, azulejos enlacados y el mármol más frío que han notado tus pies. No sigues ningún rumbo fijo, sólo el de tu mero instinto que se ve guiado por la atracción que sientes, por las imágenes que reciben tus ojos en aquella sala tan oscura, donde el resto de cabezas, de caras ocultas por cámaras fotográficas desaparecen para dejarte en una absoluta sensación de unión con aquel lugar. No puedes evitar sacar al niño y empezar a pasar tus dedos por la yesería, la caligrafía que se desliza mientras caminas lento pero sin pausa. Necesitas sentir entre tus dedos el relieve. Sentir los surcos como si de una montaña rusa se trataran. Se vuelve fría porque has llegado con ellos a los azulejos. Al verde, al azul, al blanco. Sigues. Un mar dorado te hace cerrar los ojos para devolverte la vista inesperada de una habitación hermosa, dorada y solitaria. Parpadeas y la habitación está llena. Tus amigos te devu

VERBO

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.-"Vente el sábado a la cena, después nos emborrachamos".- dijo C. soltando la mancuerna con cuidado. A penas había gente en el gym, únicamente los fieles, aquellos que hicieron de aquel lugar un santuario cutre del bienestar. -."No".- respondió R. en voz baja y seca. -."Me cuesta vivir, hay momentos en los que  es mejor retirarse".- lo decía en tono jocoso, pero se vislumbraba una verdad, un aura de convencimiento, de certeza fatal y esperada.                   R. sentía admiración por C., se conocían hace muchos años, no era extraño escucharle piropos sobre su físico -."los años te sientan bien,".- y añadía "aprovecha la única cualidad que te dio el cielo"          C. sonreía, en el fondo estaba de acuerdo, pero se sentía un tanto desplazado de la vida. No tuvo la decisión de estudiar una carrera, ni la decisión de buscar un trabajo gratificante. Su vida se movía entre sus ocupaciones de mantenimiento en un hospital y las tarde

EFECTO DOMINICAL

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Quizá fuese esa extraña melancolía que produce la lluvia de Mayo. Aquellas mañanas frías, grises y de aire fresco, que son capaces de vaciar la mente mientras miras por la ventana. En aquellas mañanas dominicales es extraño ver a lo que te acostumbras desde Abril: viandantes, niños saltando y alguna que otra vendedora de lirios ambulante. No estoy parado por motivo alguno, es el efecto del domingo; el día al borde del precipicio de la semana. ¿Qué tiene el domingo? El domingo es como una especie de relación sin caricias. Vienes de salir con el viernes y enamorarte con el sábado, con la tranquilidad que da la libertad del día siguiente, para romper con el domingo que te deja con una nota pegada en el techo de tu cuarto, sin más información que la de un libro en blanco. Es ese blanco de los motivos tan difícil de colorear que me vuelve apático y un tanto asténico mientras deslizas tu dedo, mojado en el amargo café, por el borde de aquella taza a la que tanto envidias porque la cerámic

EL VIAJE

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         R. Subió al autobús con la mirada clavada en las numeraciones de los asientos. Sus ojos se desplazaban nerviosamente de un lado a otro -."Cada vez los ponen en un lugar diferente".- de dijo un hombre mayor con una sonrisa. Encontró su asiento, y al colocare sobre él lo notó más duro e incómodo que la última vez. Cuando ya faltaban unos minutos para la partida un joven se sentó a su lado. Era un chico guapo y con la apariencia de ser muy seguro de si mismo. Llevaba unos cascos puestos conectados al móvil , unos pantalones cortos llenos de bolsillos y una camiseta gastada pero de muy buena calidad.  Al mirarlo de reojo sintió algo de envidia, la juventud rebosaba por los poros de su piel, y en cambio él se sentía ya mayor, casi viejo. Tener más de cincuenta es un momento duro, en el que todavía no has podido aceptar que el tiempo ha pasado igual que esas briznas de hierba que crecen en los márgenes de las carreteras y se difuminan en tonos verdosos al paso del autobú

AH MES AMIS!!!

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AH MES AMIS Llegas corriendo al local, pisándote los bajos de los pantalones y con unas ganas tremendas de quitarte la chaqueta. El sol hace horas que se ha puesto y en la puerta no hay ni un alma, ni siquiera las típicas voces que decoran el centro de la ciudad aquellas noches cálidas. Asumes que ya han empezado y no te lo piensas dos veces. Rebuscas con tus agrietadas manos, siempre con aquellas uñas mordisqueadas por momentos de nerviosismo y tedio; llegas a tocar aquella entrada, ya arrugada que pegarás en la pared de tu dormitorio, transmitiéndole la irregularidad del gotelé . Aquella entrada representaba la confianza que habían mostrado en tí, a la que no renunciarías por nada. Comienzas a bajar los escalones, y las vibraciones empiezan a llegarte a los oídos erizándose poco a poco los pelos escondidos tras la ropa. Y en ese momento lo ves. Contemplas a la multitud observándoles como dioses. Encima del escenario los ves. Dándolo todo, como si intentaran describir con s

LA MÁGICA SIMPLICIDAD

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Comienza a notarse el calor, que asciende por mis pies desgastando la goma de aquellas viejas y deshilachadas zapatillas, y no puedo evitar levantar la mirada en busca de algo que consiga romper la claridad del ,cada vez más largo ,día. Una mujer tendiendo en el balcón, una bandada de pájaros que asciende raspando el aire; y la tranquilidad que da el no tener obligaciones que atender. Son aquellos momento que se asemejan a cuándo estás con alguien y no habláis durante un largo rato simplemente por que no hace falta; porque os lleváis tan bien que no necesitáis hablar para comunicarse. Al pasar por aquellos espejos, que decoraban la fachada de aquellos negros e imponentes edificios plantados en las grandes avenidas, no puede uno sino girar la mirada para encontrarse contigo mismo. Aquella jovial cara, libre de bello facial, de ojos que contrastan con las rosadas mejillas producidas por aquel sol mediterráneo; de cejas negras y melena, corta pero despeinada, castaña acompaña