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Mostrando entradas de diciembre, 2012

AMBIENTE

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       Seguramente, todo el mundo iba por su tercera copa, o empezaba ya la cuarta. No hacía calor, a pesar de la concurrencia. Las miradas lascibas se repartian, hasta con elegancia. Es lo que hay, un mariconeo de salón algo desfasado y de corte adolescente. Eran muchas las caras conocidas, -. A ese le conozco...fijo que le conozco.- -. Pues claro, esa es una de las habituales, la Nicolasa.- Y así habia muchos, casi un tercio de la sala. -. Joder, a ese tio  no le puedo ni ver.- dije mientras me acercaba el baso a la boca, desviando mientras la mirada hacia cuaquier parte donde no estuviera el individuo en cuestión. -. Ja ja ja a ver ¿qué te ha hecho?.- -. Pues una noche, en el "Iris", cuando estaba abierto, me dijo que le gustaba y me metió la lengua hasta el esófago ...en fin.- -.Horror, ¿pero tú lo has visto bien?.- me dijo mi amigo esporádico, dando la espalda al tio del beso.            Mi amigo esporádico, al que sólo veo en vacaciones, se rió. Es una p

LA NIEVE

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       Si me paro a pensar, llego a la idea de que me pasan las mismas cosas, que nada es diferente. Lo único que ocurre, en realidad, es que se me olvida que me ya ha pasado antes, pero no...siempre es lo mismo. Tal vez sea verdad aquello que los antiguos pensadores griegos decían sobre el tiempo, que todo es un ciclo que se repite, al igual que las estaciones del año, ciclos constantes, que hacen que las nieves vuelvan a aparecer. Y ese mismo ciclo enreda nuestra relación, la convierte en una madeja de fibras sentimentales, de recuerdos y vivencias buenas o malas.        Tus miradas siempre son las mismas, y hasta tus conversaciones son recurrentes, y se han vuelto vacías.Todo esto es una señal: tienes que irte, o soy yo el que ha de desaparecer.  Las cosas ocurren igual que la nieve, siempre blanca y fría, siempre silenciosa, amortiguando cualquier sonido y envolviendo en su halo todo lo que existe. Pero tú no te vas, otra vez el eterno ciclo de tu presencia -. no sirvo par

CAMINAR

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       Aun te puedo ver, ascendiendo sobre las dunas , caminando en medio de un torbellino de arena y sol. Aun  contemplo  el movimiento violento de tus ropajes, azotados por un aire incesante.            Tu piel morena dorada por un sol  poderoso, como a las tiendas de los beduinos, y que desafía a los aceros de cuarzo. Tus ojos grandes y negros, me parecen hermosos cristales. Sabes que no consigo olvidarte;todavía no.        No quiero dejar atrás tu sonrisa, ni tu mano apoyada sobre mi hombro. Aquella noche me pareció ser un rey que atraviesa orgulloso las jambas de su palacio, vestido de gloria, y de aspecto terrible. Como aquel rey bíblico que era capaz de fulminar con una de sus miradas.         Una mano tuya, apoyada sobre mi hombro, sabiendo que eras tú el que me apoyaba a mi y a mi propia debilidad, me pareció todo un universo.         Seguiré caminando por el desierto, enamorado del aire, de las arenas del calor y de los millones de horizontes, que surgen cada