EL MUNDO DE ODISEO

         Hay situaciones complicadas, aquellas que se imponen y que las ver venir sin poder hacer nada, como una ola gigantesca en medio del mar, como una nube negra y amenazante que va envolviendo el aire de la tarde, y la notas caliente pesada silenciosa, enmudecedora.          Hay situaciones que ya las conoces de sobra, que las has vivido muchas veces y nunca difieren unas de otras. Y siempre vienen, en un eterno retorno de la miseria y el aburrimiento, en un continuo acontecer de las mismas cosas, las mismas horas y los mismos olvidos.Hay momentos en los que tomas verdadera conciencia de lo que eres, de lo que vales, de lo que realmente pesas en la vida de los demás. Ha llegado de nuevo la hora de la soledad, del decir "no", de las sombras de plomo pegadas a las plantas del alma.          Hoy será uno de esos días, en los que pareces haber desaparecido para el mundo y notas cómo el tiempo te roza los costados a su paso.Es el momento de estar otra vez solo.

         Aquella noche apareciste de forma mágica, una de esas magias esperadas, deseadas, provocadas.  Surgiste tras una esquina ,con aquella sonrisa tuya,  dulce y llena de un encanto  especial. -."Hola".- no dijiste nada más, no hacía falta: llenabas los instantes con el calor de tu proximidad, con el sonido de tu respiración. -."¿Qué te apetece hacer?".- te hice la pregunta mirándote, como en actitud de reverencia, de adoración, de espectante amor.  Era una pregunta nacida de una brisa de esperanza, de un corazón dorado y mítico, de un sentido interior del pensamiento que se descubre extraño a si mismo.                                               Caminamos durante una hora, o tal vez menos, y acabamos en un bareto pequeño, ruidoso y con el aire muy cargado. Las conversaciones se hacían hermosamente intranscendentes, cariñosamente absurdas, tiernamente inconexas. El ruido a penas me dejaba entender tus palabras  pero, aun así, creía conocer todos tus pe

         Pensé que nadie lo sabía, en serio, porque nunca hablé del tema. Creía que los ojos ajenos eran de piedra, de mármol, de arena insensible, incapaces de sentir luz alguna, de percibir la sal del aire marino.          Pero no era así, la gente habló, y extendió mi vida y nuestra historia como una alfombra, expuesta a ser pisada con cautela, con admiración, con sigilo...pero se pisó incesantemente. Y nadie sabrá nunca cómo fueron hechos uno a uno los nudos de esa alfombra, cómo se hilaron palabras de amor, silencios de amor, nadie puede imaginar el profundo diseño del alma que siente el amor.          Tal vez el sentimiento deba de ser así, como las alfombras persas, que cuanto más se pisa más hermoso es, más compacto y vivo.          Pensé que nadie lo sabía, y ahora que no existe aquel amor, es cuando se me revela la verdad del mundo, la verdad imperdonable y desterrada de la propia soledad. Ahora voy a enviar mensajeros de aire, mensajeros de miradas y de luz, y mi t

-."Hola".- -."Qué raro, estás conectado".- un silencio de minutos que parecieron olvidos y marejadas grises. -."Sí, es por hablar con familiares".- -."¿qué tal el verano?.- no es una pregunta más, no es una idea enlatada, era una pregunta auténtica. Pasaron tantos días que se hizo necesaria. Más de dos meses sin noticias, sin decir nada, entreviendo por las rendijas de las situaciones. Se habían sucedido búsquedas y caminos interminables. Al final apareció una meta, y el descubrimiento del camino circular: soy yo mismo aquel a quien busco. -."Nada de especial. Lo mejor es que acabó".- y con él terminaron las expediciones absurdas, el abandono de mis noches, de la luna que clareó en ocasiones el pensamiento de la vida, de los suelos de oro empañados por huellas desnudas . -."A partir de ahora nadie pasará por mi lecho, nadie".- fue una decisión de naufrago de hombre auténtico, recién creado en un mundo fangoso. El fang

         Ayer volví a escuchar tu voz. De nuevo se iluminaron las tardes ocultas tras la presencia del monte, de la roca primitiva que asestó el golpe final. Ayer tarde... sí, se escuchó el rumor de las caracolas que cayeron a las fosas abisales del alma errante y asustada. -."Voy a ser frío como el acero, frío como las mañanas".-            Decidí mostrarme  sin sentido, sin sentimientos, sin esperanza no esperar, no saber, no decir. -."Se va a terminar el mundo. Van a mostrarse los bordes de la  lámina dorada de este presente, la esfera absoluta de los pensamientos infinitos. Va a terminar la parsimonia de los ejércitos negros, de los lamentos escritos en hojas cuadriculadas, en hojas arrancadas de un cuaderno adolescente·.- Ayer terminaste de cerrar la fosa común de miles de muertos, tantos cadáveres como días sin ti. Y volví a nacer como una estatua, como un gran buda cubierto de oro.Como una estatua amada, venerada, acariciada por las manos sucias y terrosas

        Sé que es fácil dejar las cosas a un lado, manejar la imprudencia de los propios pensamientos en una marea premeditada y súbita. Sé perfectamente, quien es el artífice de mi propio derrumbamiento y del derrumbamiento de tus emociones imaginarias. -."Tengo que decirte una cosa,".- me miras sin interés, ocultándote bajo la sombra de tus pestañas, bajo la sombra de tu ego sacrificado y adolescente. -."Aunque quieras, aunque lo desees, no me vas a olvidar. Al contrario, buscarás el mejor de los recuerdos".-          Puto desamor, desastre de mareas, de maremotos nocturnos, premeditados, llenos de la escoria de tu miseria y tu mentira. -."Llegada la hora, el momento de las edades de la ceguera, de los sonidos ahogados dentro de la campana de cristal de tu respiración, llegada la  hora de la culminación de las maravillas extraordinarias del amor".-                 Al escuchar mis palabras, deseaste preservar el movimiento de ese molino misterio