NAVEGAR

         El calor ha caído de golpe como un extraño velo de oro, y ha cubierto mis hombros acariciando mi frente en un instante de solemnidad eterna. Con el verano han llegado mis vacaciones, esos días aciagos y acuosos, que se escapan como peces en una red para cetáceos. Ahora no hago otra cosa que pensar, dejarme llevar en ese mar interior y, como un marino de la antigüedad, voy descubriendo mis islas vitales.

-."Diviso en la lejanía las dulces rocas de la primera de las islas. Me acerco con miedo a sus orillas, evitando ser golpeado por las duras crestas de sus piedras emergentes. Es la isla de la verdad, y la verdad es que todo es apariencia, inmaterialidad, falsedad".-



         Y sin llegar a poner ninguno de mis pies en ella, me parece adivinar en la lejanía la siguiente de las islas. Subo a mi nave, porque la isla de la Verdad ha hecho viscosa mi sangre, y el corazón bombea con dolor.

-."La isla del Amor, del camino por recorrer, del silencio hermoso y  desafiante, del sonido metálico de una campana de plata pura...voy hacia tí".-

         Y navego hacia ella sabiendo que sus arrecifes destrozarán  el pecho de mi nave, sabiendo que todo quedará sumergido en el elemento salino que es el alma del mar.

-."No mi importa ahogarme en el amor, no se es marino si no arriesgas tu barco, no se es aventurero si no te acercas a los ojos de la muerte"..

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