INTERIOR

         A R. le costaba dormir, nunca quiso reconocerlo, era algo parecido a un secreto íntimo y personal. Sabía la razón, tenía miedo.  El temor a no poder controlar nada de lo que sucedía en aquellas horas oscuras y perdidas en un cosmos  desconocido. Cada vez que se tumbaba en el lecho, tenía la sensación de embarcarse en una nave sin rumbo.
-."Tal vez no despierte, tal vez cierro los ojos y no los abro".- se decía constantemente.

         Los temores le atormentaban, y sintió la profunda necesidad de liberarse.
-."Voy a dormir, a navegar en los mares de la esperanza, a desear abrir los ojos en miles de amaneceres, me tumbaré en un tapiz de hierba, en un mundo de nubes y deseos  capaces de empujar mi espíritu herido y cubrirlo con el oro de los cuentos antiguos".-




         La última noche fue la primera, la oscuridad nacida de los crepúsculos inevitables, se escurrió por entre sus pupilas oscuras y le empujaba dulcemente al sueño.
-."Tras  mis pequeñas muertes hay pequeñas resurrecciones, y soy capaz de vivir muchas vidas, con cada nacimiento del sol".-

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