LUZ

Hablaba sólo, era algo normal. no conseguía recordar cuando fue la primera vez de sus autodiálogos, de sus tejidos verbales interiores que se mostraban a un mundo frío y ácido. Eran palabras lanzadas al viento, como botellas de vidrio perdidas en el mar oscuro y existencial, -¿y si llegan a su destino?-se pregunta cada noche, ta vez unas manos jóvenes y fuertes abrirían el sello y desplegarían un viejo papel amarillento en el que se garabatean letras de color sepia, casi borradas, arañando a la vida una esperanza. Algunas veces descolgaba el teléfono y grababa un mensaje de voz, sabiendo que jamás sería escuchado, pero, es curioso, la voz automática del buzón proponiendo el mensaje se convertía en aquel amigo que no tienes y que te anima a intentarlo. Tal vez deba de ser así, seguramente estaría purgando sus males o, simplemente, viviendo las consecuencias de una vida complicada y errante. en su interior aun sonaba, en timbre agudo y amenazador, las palabras de su madre: -"no quieres a tus hijos"- Ante aquella afirmación tan dura, tan cruel y tan al límite, nunca sufrió. Estaba seguro de su amor, estaba tan seguro como de su propia respiración. Cuando se posee la verdad, el miedo desaparece y lo único que puede resquebrajar el alma es la injusticia. Es injusto vivir cuando nadie te ha pedido permiso, es injusto ser como eres, es injusto el insulto y el desprecio, ese mirar de reojo tras las esquinas. Son injustos los juicios cuando los jueces son incapaces de comprender sus propias sentencias.lo justo y lo injusto comienza con las propias decisiones, cuando eliges entre los escasos naipes que la vida te da. Es entonces cuando hay que convertirse en un guerrero y luchar a muerte por esas decisiones, a menudo erróneas, pero es lo que te queda. -"tal vez me merezca todo, aun así sé que soy fuerte y muy valiente. He tenido el valor de encarar la vida y mirar a los ojos a los que me rodean. Pero en las luchas siempre hay muertos y heridas. No importa, soy padre hasta la médula"-
-"hijo estoy aquí. Espero que estés bien, al menos eso es lo que me han dicho. Pronto llegará el invierno y el frío, abrígate. ¿Qué cosas te gustan? ¿cuales son las que aborreces? ¿que es lo que temes en tu vida?, yo estoy aquí para protegerte, sabes que soy fuerte y sin miedo."- De nuevo hablando solo, imaginando sus palabras, mirando el teléfono que no va a sonar, pero es una máquina que vive de la esperanza, igual que él. Como cada crepúsculo , al atardecer, cuando el sol a penas se arrastra tras los montes, cuando la luna baña en plata la superficie del mar, encendió la luz de su casa. Es el padre que vela por la llegada de su hijo, -"que no se pierda, que sepa donde está su hogar"-.

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