EL MUNDO DE ODISEO

       Llegó el día del encuentro, pero no fue uno de esos que se hacen esperar. Al contrario, se me vino encima como una enorme ola, casi desprevenido, y no es justo, me he pasado parte de la vida esperando cosas que no llegan, y ahora...        Habíamos quedado en un  bar conocido de ambos. Es curioso, tal vez nos hayamos encontrado sin saberlo, seguro que sí, el mundo es un puto pañuelo. Sería gracioso que tú o yo fuéramos uno de esos a los que no miramos siquiera, hay tantos...los mismos que ni nos miran a nosotros.        No era necesario llevar nada para identificarse, ya nos vimos por la cam, y nos vimos del todo.  Sólo queda esperar, yo siempre llego pronto a los sitios, soy incapaz de llegar tarde, será por mi carácter obsesivo compulsivo de mierda .        Me senté en una mesa, en el interior del bar, aunque era verano no me apetecía estar sólo en una terraza. Alguien conocido podía pasar por ahí, y no queria mentir. Transcurrieron unos minutos y sentí que me tocaban el h

-"Hola"- escribí con algo de timidez, pero sabía que no hay ningún riesgo, porque no hay mirada, ni presencia, ni calor.  Pasaron unos instantes, seguramente estabas hablando con alguien, o ibas por un vaso de agua...quien sabe. No quise pensar que pasabas de mí...y si lo haces...que más da, otro más. -"Hola, de donde eres"- la misma pregunta de siempre, ahora es el momento de comenzar a mentir, de recrear mi existencia de hacer las cosas de otro modo, más interesantes, más brillantes. Algo así como un juguete barato, mera apariencia, pura decepción. -·Madrid, ¿tú?- no quería contestar con rapidez, es necesario hacerse esperar, hacerse desear, mostrar que estamos sobrados de todo. Aunque el mero hecho de escribir demuestra lo contrario. -"También. ¿Cómo eres?"- Gilipollas, para qué preguntas eso, porqué me empujas a no decir lo real, o tal vez sí lo sea. Es un juego, un mundo de deseos, de recreaciones, un cuerpo nuevo para un mundo nuevo y diferente.

       Aunque nunca llegué a conocerle directamente, me parecía que su respiración ya forrmaba parte de la mía. Cada vez que la brisa del trópico penetraba por  mis fosas nasales, se estremecían mis pulmones, me latía el corazón con violencia y llegaba a una paz extraña y antigua. Era su presencia como un océano de cristal, bello, frágil y por encima de la vida y la muerte. -. "Sabes que me colmas de esperanza", le dije en alguna ocasión. Él sonreía y se  turbaba con mis palabras, demasiado osadas, demasiado duras y septemtrionales.        Y los trópicos se volvían a crear por momentos, y se deshacián como castillos de arena al borde del mar, y cada uno de tus pasos marcaba una huella profunda sobre el suelo del espíritu.  -."No aspiro más que a sentir tu respiración  en mi pecho, y  a que me desgarres y me hagas sangrar. Sabes que no tengo miedo a nada, que para llegar hasta tu trópico, he debido surcar  otros mares".

"Hace ya tres semanas que no se nada de tí, no te puedo reprochar nada, me avisaste. Me dijiste que algún día te marcharías, que no era posible seguir como lo hacíamos. Tenías razón, no era posible...Te marchaste, y lo hiciste de verdad, he llegado a dudar de si recuerdo tu rostro, tus ojos, tus labios, o el color de tu piel. Pero sí,  lo recuerdo, lo veo cada vez que cierro mis ojos, o cuando miro hacia la puerta, esa que tú cerraste para siempre. Si quires  saber qué cosas hago, o cómo vivo, tengo que decirte que me dejaste el alma sin piel, y que todo me duele . Que me deslizo en silencio por extraños pantanos, en oscuros lodazales y..no me importa que el barro me inunde los oidos, que ciegue mis ojos.  Hace ya tres semanas que empezaron las tormentas, el agua cae estéril, sin sentido, sucia y dolorosa. Luces azules hacen que aparezcan realidades antes desconocidas para mí. Aunque sólo duran unos instantes. Todo me resulta extraño, nuevo, y ya no tengo edad, ni fuerzas para a

Arrastras tus miradas sobre mi pecho, y eso me hace sentir vulnerable, como un niño. Cuando te seguía por la calle, pensaba que mi desnuez me daría fuerza. Pero no, mi piel se hace transparente y muestra, ya, los rincones de mi alma, No me conocías, y tus palabras ya desmantelaban mis sentimientos, destrozaban mis planes no ocultos y me ponían a la espectativa de tus manos. Sabes muy bien que no eres el primero, que otros muchos han pasado por  mis labios, y aun así, me haces creer que soy un grial, una rareza. -"No te voy hacer esperar más, pero tengo que confesarte algo"- le dije con voz pausada -" Dímelo ya" entonces, toqué tu rostro y acaricié los párpados que velaban tus ojos verdes -"Tengo miedo a la oscuridad Entonces , volviste a sonreir y me dijiste: - "No lo creo, sólo quieres vivir. Amas las luces".

Tus pasos eran ligeros, y avanzabas un metro por delante de mí. Tenías prisa. Te observaba por detrás, miraba cada uno de tus movimientos, ágiles y decididos. Eso aumentaba tu atractivo, tu capacidad de seducir. -"Aquí es" me dijiste tocando la puerta de bronce de un hostal, uno de esos que pasan desapercibidos, como ocultos a los viandantes diurnos. Abriste la puerta y subimos las escaleras, demasiado estrechas para ir a la par. Primero tú, luego yo, entramos en la habitación.  No dejabas de sonreir, con una seguridad infinita en tu propio éxito, mientras te despojabas de tu camiseta.

       Sabía que etabas detrás mía, sentía tu mirada clavándose en el centro de mi espalda,  sabía lo que buscabas. En el centro de la multitud, naufragando en un mar de voces y susurros, sumergido en un tumulto de músicas Dance, estaba mi presencia y tu ser subyugante. En un momento, simulando indiferencia, me volví y te miré, tú hiciste lo mismo. Me fijé directamente en tus ojos, que permanecieron clavados en los mios, sin pudor, con atrevimiento. Sé que me deseas, aquella sensación era de poder, del dominio que el erotismo y el sexo tiene sobre el mundo. -"Sé que me deseas, que quieres probar mi piel. Ahora me tienes que demostrar de lo que eres capaz " Tomé una decisión, Dejé la copa sobre el mosrador del bar y me fuí hacia la puerta del local. Pero, antes de salir, te sonreí. En la calle, me detuve a encender un cigarrillo , esperando que tú salieras. Entonces aparecise, me miraste con semblante serio, te acercaste y pusiste tus manos sobre mis hombros...

       Me pierdo en tus ojos, en ese pequeño mar gemelo y misterioso. Me adentro en el verde de tus dias y en el azul de mis tardes solitarias, Sabes perfectamente lo que siento, y te dejas admirar, mientras sonries con franqueza. Sabes que deseo tu cuerpo, simplemente por tenerte cerca, por sentir tu respiración cada atardecer.  Tus miradas me dan la vida, y eso también lo sabes, pero cada vez que cierras tus ojos, los mios van perdiendo mundos, universos y sentidos.

       Me tienes atormantado, ocultando voces tras las hojas de los árboles. Destrozas a jirones el alma de los ángeles, los cubos de cristal que anidan en el interior del corazón humano. Me haces vivir en el tirón de las cadenas doradas, y en la libertad de los peces oceánicos. Dime, en qué consiste el juego, acaso en escarnecer para luego curar, o en elaboradas terapias de extinción en el que el silencio es el major arma.        Camino entre los árboles, escuchando el sonido del silencio, a penas el susurro de unas hojas lejanas, que siempre serán anónimas, aunque sus voces se hagan presentes, y se fijen en mi memoria. Cada paso que doy, caminando en ese nimbo, sin palabras ni sonidos, me hace descubrir que el silencio dice muchas cosas.  Unas veces es repeto, otras es admiración, también puede ser  desprecio , pero, en muchas ocasiones puede ser el propio miedo, y con él, se pervierte  la justicia. -"Amo el silencio, pero  hoy voy a gritar"