EL TRÓPICO

       Aunque nunca llegué a conocerle directamente, me parecía que su respiración ya forrmaba parte de la mía. Cada vez que la brisa del trópico penetraba por  mis fosas nasales, se estremecían mis pulmones, me latía el corazón con violencia y llegaba a una paz extraña y antigua. Era su presencia como un océano de cristal, bello, frágil y por encima de la vida y la muerte.
-. "Sabes que me colmas de esperanza", le dije en alguna ocasión. Él sonreía y se  turbaba con mis palabras, demasiado osadas, demasiado duras y septemtrionales.






       Y los trópicos se volvían a crear por momentos, y se deshacián como castillos de arena al borde del mar, y cada uno de tus pasos marcaba una huella profunda sobre el suelo del espíritu. 
-."No aspiro más que a sentir tu respiración  en mi pecho, y  a que me desgarres y me hagas sangrar. Sabes que no tengo miedo a nada, que para llegar hasta tu trópico, he debido surcar  otros mares".

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