LA RULETA
-. ¿Qué te ocurre?- preguntaste de pasada, sin querer entender del todo la respuesta, sin pretender involucrarte demasiado en mis problemas, porque ya tienes los tuyos, porque vivir es ya suficientemente complicado. Pero, claro está, aun queda un rescoldo de humanidad, de compasión, de misericordia llena de esa mierda a la que hemos llamado caridad.
-. No es nada,.- pero realmente es todo, lo que ocurre es que , simplemente, hay miedo. Miedo a no ser escuchado, y si te escuchan, a no ser entendido, a ser rechazado a ser despreciado.
-. Tienes que superar las cosas, no eres el único en el mundo.- No, no lo soy, desde luego, pero esa es la raíz del sufrimiento ,el origen de la propia soledad, de la insatisfacción misteriosa de una tarde de otoño, una tarde corta, que anuncia una noche fría y larga.
-. Son cosas mías.- así respondí y decidí perderme en la bruma de los silencias, en la niebla espesa de las tensiones emocionales, de brillos dolorosos, fríos, opacos, de luces grises, indecisas, inservibles.
-. Deja pasar el tiempo-. me dijiste. Y sólo puedo hacer eso, es más, quiero hacerlo, pero parece que es el tiempo que no quiere pasar, no quiere evolucionar.
-.Ya verás, todo pasa.- y te marchaste caminando , igual que lo haría el ave del paraíso en un bosque verde y denso.
EL camino normal de las cosas nunca es previsible. Pensamos que lo normal es dejar que todo fluya de forma natural, que todo ha de sucederse igual que el horario de una estación de trenes. Pero al contemplar el desenlace de las cosas, vemos que todo es peor,mejor, pero nunca lo que pensábamos. Somos bolitas en una inmensa ruleta de la suerte, en una ruleta francesa en la que los números son los que son, las posibilidades están a la vista ,aunque nunca las podremos controlar ni prever.
-. No es nada,.- pero realmente es todo, lo que ocurre es que , simplemente, hay miedo. Miedo a no ser escuchado, y si te escuchan, a no ser entendido, a ser rechazado a ser despreciado.
-. Tienes que superar las cosas, no eres el único en el mundo.- No, no lo soy, desde luego, pero esa es la raíz del sufrimiento ,el origen de la propia soledad, de la insatisfacción misteriosa de una tarde de otoño, una tarde corta, que anuncia una noche fría y larga.
-. Son cosas mías.- así respondí y decidí perderme en la bruma de los silencias, en la niebla espesa de las tensiones emocionales, de brillos dolorosos, fríos, opacos, de luces grises, indecisas, inservibles.
-. Deja pasar el tiempo-. me dijiste. Y sólo puedo hacer eso, es más, quiero hacerlo, pero parece que es el tiempo que no quiere pasar, no quiere evolucionar.
-.Ya verás, todo pasa.- y te marchaste caminando , igual que lo haría el ave del paraíso en un bosque verde y denso.
EL camino normal de las cosas nunca es previsible. Pensamos que lo normal es dejar que todo fluya de forma natural, que todo ha de sucederse igual que el horario de una estación de trenes. Pero al contemplar el desenlace de las cosas, vemos que todo es peor,mejor, pero nunca lo que pensábamos. Somos bolitas en una inmensa ruleta de la suerte, en una ruleta francesa en la que los números son los que son, las posibilidades están a la vista ,aunque nunca las podremos controlar ni prever.
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