EL DIOS

       Siempre pensé que el mundo era lo que existía bajo las suelas de mis zapatos. Y que cada uno de mis pasos eran el camino hacia una nueva meta. Me parecía absurdo huir, yo era valiente, encarando las circunstancias y cualquier situación. He llegado a ser temerario, jugándome la existencia.
Pero aquella noche huí, salí corriendo, tuve miedo. Miedo de mi mismo, de mis propias valentías, de tu silueta recortada tras la luz amarillenta de una farola de Madrid.




       Que los dioses cayeron una vez, fustigados por una nueva luz, hiriente, se precipitaron de su Olimpo  dorado, cono un atardecer eterno, y dieron con sus pies de barro en  la superficie de un mar de cristal.
       Los pies de barro, esos mismos que me empujaban lejos, lo más lejos y rápido posible de ese humano que quiso darme muerte.
-. Que sepas que mi muerte será tu libertad, aquella que has deseado hace ya mucho tiempo.-

Le miré a los ojos antes de huir

-.dejaste de elevar tus pensamientos y tus palabras hacia mí.  Eres libre. Y quédate siempre con lo mejor de tu  pasado.-

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