Me conoces
No salí pensando en encotrar algo especial, estoy cansado de dramas griegos y relaciones tormentosas, intensas y efímeras. Pero por ironías del destino te volví a encontrar en aquel local. Me viste en una fracción de segundo -puto destino- y no pude evitar el mirarte también.
-. Paso de malos rollos. Hoy sólo busco un poco de diversión-.
te dije cuando te acercaste sonriente.
Entonces comenzaste, de nuevo, a seducirme, a mirarme fíjamente a los ojos, a entreabrir tus labios, firmes y dulces. Te acercaste para decirme algo que no pude entender y, comenzaste a acariciarme el pecho sin pudor, con atrevimiento.
-.Cómo sabes que eso me gusta -. le dije con mi mirada seria y masculina,
Estiré el cuello e incliné mi cabeza hacia atrás, pidiéndote más poder, más fuerza, más sexo. Y tú lo sabías, porque siempre supiste controlar mis instintos.
A pesar de todo, quise mantenerme indiferente y coloqué mis manos en los bolsillos de atrás de mis vaqueros de firma rotos. De nuevo te aproximaste y me empujaste contra la pared. La música de aquel lugar me mantenía sereno, fuerte y creía que iba apoder contigo, con tus armas. Seguiste diciéndome cosas inconexas y faltas de sentido para mí. Aquella me pareció una situación absurda y con un final rápido. Pero cuando intridujiste tu dedo corazón a través uno de los rotos de mi pantalón, y rozaste mi vello, sentí un cosquilleo en la entrepierna que ya era el preludio de una nueva frustración.
-. Paso de malos rollos. Hoy sólo busco un poco de diversión-.
te dije cuando te acercaste sonriente.
Entonces comenzaste, de nuevo, a seducirme, a mirarme fíjamente a los ojos, a entreabrir tus labios, firmes y dulces. Te acercaste para decirme algo que no pude entender y, comenzaste a acariciarme el pecho sin pudor, con atrevimiento.
-.Cómo sabes que eso me gusta -. le dije con mi mirada seria y masculina,
Estiré el cuello e incliné mi cabeza hacia atrás, pidiéndote más poder, más fuerza, más sexo. Y tú lo sabías, porque siempre supiste controlar mis instintos.
A pesar de todo, quise mantenerme indiferente y coloqué mis manos en los bolsillos de atrás de mis vaqueros de firma rotos. De nuevo te aproximaste y me empujaste contra la pared. La música de aquel lugar me mantenía sereno, fuerte y creía que iba apoder contigo, con tus armas. Seguiste diciéndome cosas inconexas y faltas de sentido para mí. Aquella me pareció una situación absurda y con un final rápido. Pero cuando intridujiste tu dedo corazón a través uno de los rotos de mi pantalón, y rozaste mi vello, sentí un cosquilleo en la entrepierna que ya era el preludio de una nueva frustración.
Comentarios