EL AUTÓMATA

       A cada vuelta de manivela el pequeño autómata se movía . Parecía vivo, con alma. Aquel muñequito se levantaba de su diminuta silla y miraba hacia ambos lados luego alzaba su brazo en ademán de mirar la hora y se volvía a sentar. No me casaba de admirarlo, de imaginar el mecanismo que conducía sus movimientos. Y no me canso de observar sus movimientos, siempre los mismos en una eternidad de giros de manivela.
-. Pienso que la vida debe de ser algo así siempre lo mismo, todo previsible.-

       Cada vez que se sentaba el muñequito era el preludio de una nueva escena, previsible pero llena de magia.








-. Vivir, normalmente, es aguardar a lo que ya imaginas que ocurrirá, hasta lo inimaginable está ya previsto en nuestras ilusiones o temores. Solo hay que saber esperar y sentir lo cotidiano, como la belleza de un artificio  construido por mí mismo, por mi propia imaginación,.-

-. Todo esto me dice que no debo de tener miedo ni a la rutina ni al momento en el que la manivela deje de dar giros. Todo tiene su sentido en si mismo, y eso es ya suficiente para vivir lo cotidiano.-

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