UNA MUJER
Ella era rubia y, a decir de mucha gente, bastante mona. Lo de rubia sólo es circunstancial, un mal consejo de su madre que llegó a convertirse en una condena de la que no podía deshacerse así como si. Sin embargo se consideraba guapa, bastante más que mucha gente. Le gustaba llevar tacón alto y trajes de chaqueta, le daba una imagen seria y profesional, nada de disloque nocturno.
-."Hay cosas peores".- solía decir cada vez que se le venía encima un problema, casi siempre económico. Sus cincuenta y tantos le habían mostrado esta gran verdad: "siempre puede haber algo mucho peor."
Su vida había pasado con lentitud, aunque su juventud, ya prácticamente extinguida, aun marcaba cada uno de sus pasos. Sonreía cuando le recordaban los bailes de su adolescencia, los cumpleaños de sus amigas y las fiestas. Pero en sus ojos , tras un maquillaje impecable, se adivinaba un rictus de soledad y de dolor. Amores pasaron por su vida, pero las inseguridades y el esperar demasiado de la vida, le hicieron que se desvanecieran como lo hace un tren que se marcha.
Nadie estaba seguro de quien fue su gran amor, porque ella jamás hablaba de sus fracasos amorosos. Tal vez no fueron fracasos propios, sino del otro.
Le espera la vejez y la soledad, porque sus amigas que ya se casaron o se marcharon lejos por motivos laborales. Pero, a pesar de todo su sonrisa era eterna, su dulzura destilada con la generosidad de su corazón, se le adelantaba por las calles.
-."Siempre puede haber algo peor".- aceptando que muchas de sus situaciones no era agradables.
Vivir es ser consciente de cada situación, respirar el aire en el que estamos sumergidos e intentar comprender el mundo para adelantarnos a él, aunque sea un poco. Pero solo un poco.
Y ella es consciente de su suerte y de su desgracia, y las vive , aunque ahora no pide demasiado a la vida.
-."Vivir está bien, aunque podría ser mejor".- esa simple posibilidad le empujaba a arreglarse cada mañana para ir a su trabajo, al igual que una noble del Renacimiento se engalana para ser recordada durante siglos.
-."Hay cosas peores".- solía decir cada vez que se le venía encima un problema, casi siempre económico. Sus cincuenta y tantos le habían mostrado esta gran verdad: "siempre puede haber algo mucho peor."
Su vida había pasado con lentitud, aunque su juventud, ya prácticamente extinguida, aun marcaba cada uno de sus pasos. Sonreía cuando le recordaban los bailes de su adolescencia, los cumpleaños de sus amigas y las fiestas. Pero en sus ojos , tras un maquillaje impecable, se adivinaba un rictus de soledad y de dolor. Amores pasaron por su vida, pero las inseguridades y el esperar demasiado de la vida, le hicieron que se desvanecieran como lo hace un tren que se marcha.
Nadie estaba seguro de quien fue su gran amor, porque ella jamás hablaba de sus fracasos amorosos. Tal vez no fueron fracasos propios, sino del otro.
Le espera la vejez y la soledad, porque sus amigas que ya se casaron o se marcharon lejos por motivos laborales. Pero, a pesar de todo su sonrisa era eterna, su dulzura destilada con la generosidad de su corazón, se le adelantaba por las calles.
-."Siempre puede haber algo peor".- aceptando que muchas de sus situaciones no era agradables.
Vivir es ser consciente de cada situación, respirar el aire en el que estamos sumergidos e intentar comprender el mundo para adelantarnos a él, aunque sea un poco. Pero solo un poco.
Y ella es consciente de su suerte y de su desgracia, y las vive , aunque ahora no pide demasiado a la vida.
-."Vivir está bien, aunque podría ser mejor".- esa simple posibilidad le empujaba a arreglarse cada mañana para ir a su trabajo, al igual que una noble del Renacimiento se engalana para ser recordada durante siglos.
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