SIEMPRE EL NORTE

El norte siempre es el norte.
         Aun sigo acostumbrado a  las brisas meridionales, cargadas de la humedad mediterránea, arrastrando  mis ojos por los círculos dorados de un sol que ya nace eterno.  Tengo labrado mi espíritu por el acento  nacido del mestizaje de culturas procedentes de más allá del mar, y me cuesta trabajo hacerme del norte.
         El norte es suave, no tiene el filo cortante de los bronces del sur, el norte está lleno de la dulzura nacida de las hiedras que trepan por entre las grietas de sus iglesias. El norte sonríe cuando le miras a los ojos, y es capaz de acariciarte en el momento más solitario.



         Me es difícil desgarrarme de la piel sureña, y me es imposible entonar un lenguaje extraño para mi mente. Aun así  la luz de tus fuegos, el rojo de las ascuas nacientes entre la plata de tus robles, me hacen soñar con el amor profundo y sincero  de estas tierras .
         El norte es montaña fría y cercana, horizonte inmediato, margen de la vida y de la muerte. Es la frontera hacia si mismo, el único lugar donde puedo  construir moradas con ventanas  al sur.  

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