Ulises y Penélope

Ambos personajes mantienen una relación especial, intensa, que viaja más allá de la razón. Penélope es la viva representación de la obsesión, de la espera que llega al paroxismo, la neurosis obsesiva que manifiesta la persona que espera al ser amado o ser deseado. Ella teje y desteje en un continuum de trabajo. Ulises está ausente, pero no del todo, su presencia se hace patente en la mente y las acciones de Penélope, que teje de día con un sólo hilo todo un mundo, es lo mismo que afirmar que con un sólo pensamiento  construye una esperanza o una desazón. La obsesión es el freno de los futuros proyectos, de esta manera Penéñlope frena las aspiraciones de los príncipes aqueos, que aspiran a desposarla.
Únicamente la aparición de la realidad invocada es la que hace posible que regrese el equilibrio homeostático y se anule el proceso obsesivo  de este personaje.

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