RESPÉTAME
R. quiso existir en medio de la cálida noche de verano, tumbado en la cama, con los ojos abiertos y espectantes. En un lecho que desaparecía ante el peso de su cuerpo, de su espalda, de sus hombros hundidos en la almohada. Frenéticamente escribía en el teclado de su teléfono, como un alquimista trabajando en la diminuta fragua donde el plomo cambiaría para alcanzar un electrón que le hiciera ser oro. Eso era, pretendió, por momentos, ser el rey Midas del amor, de la pasión, de los sentimientos.
-."No olvides que los sueños no solo son sueños, son vida, son tiempo y respiraciones que se pierden en una atmósfera transparente".-
.-"Recuerda siempre que el tono de tu voz no ha de pasar desapercibido dentro de la cavidad de mi mente, de mi corazón".-
Entonces las lágrimas comenzaron a rodar como cantos por su rostro, se introducían entre sus labios, retroalimentando un dolor estéril, vacío, como todos los dolores, como todas las guerras perdidas, angustiosas, grises y de alma maciza.
-."Recuerda que fui yo el que te vio y no dijo nada, y fuiste tú mismo el que se acercó como un lobo ante el ciervo herido y poderoso".-
Y antes de vaciar el diálogo mudo, que se revolvía como un eco en el aire de un valle de rocas, escribió su última palabra.
.-"Respétame".-
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