EL DESENCANTO.

         Estoy cansado de esperar, de intentar agradecer cada momento de vida, de esperanza, como si fuera  un regalo que se me hace. Estoy agotado de sentirme culpable de no serlo, de tener que comprar la caricia de una palabra cadenciosa, bienintencionada en apariencia.
         No puedo arrastrar las innumerables cuerdas que sujetan los tubos de un órgano de cristal, entre las arenas de un desierto ardiente y despiadado.
         He decidido apartar la mirada de esas caminos perdidos en un monte que siempre fue despiadado conmigo.




-."¡Se terminó el tiempo!- ha llegado la hora de desesperar, de deshacer lo esperado, de abandonar la mera intención, el más leve suspiro, el más sutil de los suspiros.
-."He descubierto la pasta de la que está hecha el mundo, las miserias que se esconden en el sepulcro de sus  palabras aterciopeladas, amorosas, entregadas, decadentes en lo más íntimo de su ser, en la más mínima vibración.
-."Sé quien soy, sé lo que quiero, pero aun no sé quienes sois vosotros, Oh pequeños dioses de la más  mísera misericordia".-

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