LA CONCIENCIA

         Soy consciente de cada uno de mis actos, de cada uno de mis pensamientos. Percibo en mi interior las intenciones profundas que empujan mi forma de hacer las cosas y las cosas que nunca hice. Cada vez que salta la alarma de mi desidia, siento un escozor espiritual, una acidez de alma profunda e incordiante.
-."Sé que no lo estoy haciendo bien. Lo sé, y eso me duele".-



         Creo que es la mala conciencia, ese buitre que come mis entrañas, como a Prometeo. Unas entrañas que vuelven a crecer y son el desencadenamiento de los remordimientos más sutiles, más absurdos y  dolorosos. Pequeños remordimientos como astillas diminutas de madera, como una herida en la yema de los dedos, como un minúsculo grano de arena en el ojo.
-." En esos pequeños errores no asumidos, en esas decisiones egoístas está la muerte de el dios que soy yo. Si me duele el mal que hago es porque dejo de amarme por momentos. Y si pierdo el amor por mí, por mis ideas, ya no me queda nada".-

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