LA PLAYA
Me tumbé sobre la rena fría, era el mes de noviembre. Estaba completamente solo, nadie a mi alrededor, ni siquiera encontraba pies anónimos, que suelen aparecer en las playas de vez en cuando.
Con los ojos cerrados, sólo sentía el sonido del mar, y aquella arena húmeda y dura llenaba mi alma.
-"Estoy solo"- me decía constantemente, pero no era un pensamiento doloroso, el rumor de las olas, el aire eterno acariciando mi rostro, y el olor del mar, tan próximo a mi eran mis mejores amantes.
Nada me hacía falta en aquellos instantes, todo me sobraba.
Al abrir los ojos, encontré un cielo con hermosas nubes grisáceas, aquello me hizo pensar que la soledad no es buena, pero que realmente no estaba tan solo, porque me envolvía todo un cosmos lleno de vida y belleza.
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