EN EL PRINCIPIO




                                                                              

La primera vez no resultó tan difícil como se hubiera imaginado. Surgió y se desarrolló como algo extrañamente natural.  Cuando comenzo a trabajar en aquella sala, pensaba que él era diferente a los demás, alguien inasequible, dedicado únicamente a la admiración de aquella gente. La cosa era sencilla, había que ir a Málaga y luego quedarse el finde para bailar sobre un podium, nada más.
El resto de la semana se pasaba entre clases dela Universidad, libros y el gym. Adoraba hacer pesas y muscularse, era una delas actividades que más satisfacciones le daba, y sobre todo le regaló un cuerpo espectacular, llegando incluso a competir. Y fue a raiz de una de esas competiciones cuando le surgió la primera oferta.
-.No sé bailar.- dijo R. casi riendo .- lo hago fatal-.
-. No importa, solo tienes que hacer prácticamente lo mismo que has hecho esta tarde en la competición, sales con un bañador y te mueves un poco. Te digo que es una empresa seria y se paga con seriedad.-
Le hablaba un relaciones públicas de una sala muy conocida en el ambiente. Era un hombre joven, apuesto y, a pesar de su aspecto dejado, llevaba una ropa extraordinariamente cara. Parecía hablar con franqueza y , sobre todo, con sencillez. Esta impresión hizo que R. tomara la tarjeta que le había ofrecido segundos antes.
En las duchas, cuando acabó el certamen, había un tumulto especial. Los competidores se quitaban del cuerpo los autobronceadores, recobrando sus aspectos pálidos o rosados de siempre. Risas, bromas, y, en medio de aquella marea R. no dejaba de pensar en la propuesta.
-.Hola, soy R. el chico con quien hablaste la semana pasada, el de la competiciión.-
-.Ah, el campeón.- la voz segura del relaciones públicas pareció dudar por momentos.
-.subcampeón, no te confundas.-
-. Nada para mí eres el mejor, dime ¿me llamas por lo de la propuesta?.-
-.sí ¿sigue en pie.-
-.Claro, ya te dije que somos serios. Te interesa ¿verdad? lo sabía
-.Bueno, en princiipio si. Pero me gustaría probar primero.
El sábado tomó un autobús y se presentó en la puerta de la sala. Allí le esperaba un travesti gordo y simpático que le introdujeo en el interior de aquel lugar aun vacío y limpio.
A partir de ahí las cosas se sucedieron con asombrosa rapidez.

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