LA GUERRA DE LOS ÁNGELES
La guerra de los ángeles comenzó, el momento terrible tuvo un preludio: el silencio, aquella bruma macabra que siempre precede al estruendo. Sliencio que mancha la risa profunda de la alegría y la esperanza.
Se escucharon los gritos, los cantos de los ángeles negros, bellos como mares embravecidos, como rocas que se yerguen sobre la superficie de lagos de mercurio.
Alguien alzó la cabeza y pronunció una frase como se recita una invocación:
-. Ya se acercan, desplazandose por los espacios infinitos, cortando el aire a velocidades vertiginosas rompiendo las mambranas de las siete esferas.-
El rey de los ángeles blancos mantenía su rostro perfecto, marmóreo, eternamente masculino, fuerte, alzó su voz y gritó:
-. Ángeles de las alturas, recoged vuestras blancas alas, cerrad los ojos porque esta guerra no la vamos a ganar. .-
Y la lucha comenzó en un misterioso rumor, como de olas marinas que se recogen, como de hojas de robles que rozan entre si, como de labios a punto de pronunciar lo impronunciable.
Y los ángeles negros se precipitaron en el abismo del amor eterno, y oscurecieron con sus cuerpos etéreos la blancura de una luz brotada del ser puro.
Entonces el rey de los ángeles abrió sus ojos transparentes y pronunció sus últimas palabras:
-. ha llegado la hora de la verdad, de la autenticidad, de la completitud. Porque sólo en la oscuridad la luz es bella, y en la soledad del alma ocurre el amor más apreciado, como los diamantes entre el carbón puro.
Se escucharon los gritos, los cantos de los ángeles negros, bellos como mares embravecidos, como rocas que se yerguen sobre la superficie de lagos de mercurio.
Alguien alzó la cabeza y pronunció una frase como se recita una invocación:
-. Ya se acercan, desplazandose por los espacios infinitos, cortando el aire a velocidades vertiginosas rompiendo las mambranas de las siete esferas.-
El rey de los ángeles blancos mantenía su rostro perfecto, marmóreo, eternamente masculino, fuerte, alzó su voz y gritó:
-. Ángeles de las alturas, recoged vuestras blancas alas, cerrad los ojos porque esta guerra no la vamos a ganar. .-
Y la lucha comenzó en un misterioso rumor, como de olas marinas que se recogen, como de hojas de robles que rozan entre si, como de labios a punto de pronunciar lo impronunciable.
Y los ángeles negros se precipitaron en el abismo del amor eterno, y oscurecieron con sus cuerpos etéreos la blancura de una luz brotada del ser puro.
Entonces el rey de los ángeles abrió sus ojos transparentes y pronunció sus últimas palabras:
-. ha llegado la hora de la verdad, de la autenticidad, de la completitud. Porque sólo en la oscuridad la luz es bella, y en la soledad del alma ocurre el amor más apreciado, como los diamantes entre el carbón puro.
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