LA VERDAD

         Sabios antiguos afirmaban que la verdad ocurría cuando se da la correspondencia entre el pensamiento y la realidad. El problema es entonces doble:
-.¿Pienso cosas reales o no? ¿Qué es la realidad?
         No sé si tus ojos son maravillosos por su color verde profundo o porque me miran, no sé si las palabras que pronuncias son verdaderas o, simplemente creo en ellas.
         Tan verdaderas son tus muestras de amor como las reliquias sagradas de los santos, como los sepulcros de hombres míticos, como los textos milenarios que  instruyen a los hombres. Porque esa verdad la he construido yo, con mis anhelos, con mis esperanzas.
-.Empiezas a ser verdad en el preciso momento que me das la vida, en ese instante en el que mi humanidad se hace grande-.



         No es verdad que uno y mil sean muchos, ni que tu y yo seamos dos. Siempre está el uno, ese que se asoma por los entresijos del alma, el yo que flota constante sobre mis pensamientos. Yo y mil personas no soy más que yo, solo, único. Pero junto a ti yo soy tú y tú eres yo, sin saber siquiera si somos multitud o uno solo.

         Las arenas de oro del desierto existencial son removidas por mis pies, marcando las huellas del recorrido de una verdad, pero al momento esas mismas huellas desaparecen por si mismas, los diminutos granos de arena se deslizan y ruedan unos sobre otros hasta difuminar mis pasos. Es entonces, cuando miro hacia atrás, el moento en el que descubro que las verdades son efímeras como efímera es la propia vida.

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