PERSEO Y LA MEDUSA

-"Hola"- escribí con algo de timidez, pero sabía que no hay ningún riesgo, porque no hay mirada, ni presencia, ni calor.
 Pasaron unos instantes, seguramente estabas hablando con alguien, o ibas por un vaso de agua...quien sabe. No quise pensar que pasabas de mí...y si lo haces...que más da, otro más.
-"Hola, de donde eres"- la misma pregunta de siempre, ahora es el momento de comenzar a mentir, de recrear mi existencia de hacer las cosas de otro modo, más interesantes, más brillantes. Algo así como un juguete barato, mera apariencia, pura decepción.
-·Madrid, ¿tú?- no quería contestar con rapidez, es necesario hacerse esperar, hacerse desear, mostrar que estamos sobrados de todo. Aunque el mero hecho de escribir demuestra lo contrario.
-"También. ¿Cómo eres?"-
Gilipollas, para qué preguntas eso, porqué me empujas a no decir lo real, o tal vez sí lo sea. Es un juego, un mundo de deseos, de recreaciones, un cuerpo nuevo para un mundo nuevo y diferente.
Pero no, esta vez me voy a mostrar como soy, sin más. Y sobre todo, no te voy a hacer esa pregunta a tí, creí saber cómo eres, lo imaginé, lo soñé. Pensaba que todo era conocido por mí desde el momento en el que las yemas de tus dedos comenzaron a pulsar, con nerviosismo, el teclado de tu ordenador.
-"Soy normal, es decir, no soy feo. Delgado y..."
-"y?"
-"y nada más, no hay nada más que decir".
-"Qué buscas?
-"No sé. Tal vez a tí"-
pasaron unos instantes, ¿que estás pensando? da igual, si me cortas o te descuelgas, que te den.
-"Interesante. yo sí soy normal" -me contestó.
Y te creo. Eres normal, por eso estás solo, por eso no duermes, por eso lees las estupideces que te dicen los salidos cada noche. Lo que no alcanzo a enteder es porqué dudas de mis palabras, ...dudas de mi normalidad.
-"Quiero verte tio" le dije.
En unos instantes apareció una pantalla diminuta, con una imagen de tonos verdosos, era él.
-"¿Me ves?!
-"Sí, pero me has mentido, eres mejor de lo que decías de ti mismo"






Conecté mi cam y sonreí , era el momento de sentir la libertad que sólo los despojados pueden experimentar. Él sonrió también, y sentí que su mirada franca me paralizaba.
-"Aun no sé tu nombre, ni tú el mio. Yo soy Perseo".

Comentarios

Entradas populares de este blog

VIENTO

TU AMOR

OJOS DE ESTATUA