INCERTIDUMBRE

       Desde que R. recibió la noticia procuraba no pensar demasiado. Aquella mañana se levantó pesadamente, como si realmente no hubiera ocurrido nada, como si nunca hubiera tenido que visitar a aquel médico. Quería que su rutina de cada mañana se convirtiera  en un ritual casi mágico con el que intentaba que las cosas no cambiaran.
       La tarde anterior fue a la consulta a una revisión rutinaria, tan rutinaria que ya había quedado en su gym para entrenar con un colega, una revisión que debía de ser lo suficientemente mecánica e insulsa como para tener las horas comprometidas. Pero todo resultó al revés, lo que se había supuesto como algo  de puro trámite se transformó en otra cosa, en un cambio de planes.







-."Por ahora haz tu vida normal".- le dijo el médico mientras golpeaba las teclas del ordenador. Seguidamente, con un bolígrafo dorado y extremadamente limpio, rellenaba un volante clínico para la realización de pruebas.
-."hoy tenia pensado entrenar".-
-."No te conviene realizar ejercicios extremos".- le dijo sonriente y mirándole a la cara. Luego, al observar la seriedad marcada en el rostro de R. el médico dejó el bolígrafo sobre la mesa, y se le miró distraidamente.
-."No te preocupes, de ser algo muy malo ya lo sabríamos con seguridad. Estos casos son muy  corrientes y en la mayoría de las veces no pasan a mayores".-
       R. sabía que no se iba a morir de aquello, pero era consiente de que los planes se  tornaban  en conjeturas. Era mejor abandonarlos.
       Aun así tomó un par de decisiones, una era no decirlo a nadie, consideró absurdo agrandar los problemas. Además, nadie lo entendería. La otra decisión era sentir el presente, disfrutar de la suerte momentánea, que es la única verdadera.

Comentarios

Cecilio ha dicho que…
¡Joder, niño! Vaya desasosiego produce tu última entrada. :-S

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