CALOR

         La tarde era realmente calurosa, o más bien cálida y te vi aparecer tras la esquina, con esa pinta de alternativo que te daban tus gafas de sol verdes. Sonreías y me hiciste un gesto con las cejas. La camiseta blanca hacía que tuvieras un aspecto más fresco y muy juvenil. Sólo hacía un par de días que te conocí y no necesitaba más, no quería saber más. Habías surgido tan luminoso, tan vivo como una primavera anticipada, o como una lluvia en un erial torturado por el sol.  Llevabas las manos en el bolsillo del pantalón, aquello me decía que eras algo tímido y eso me gustó. Pero cuando te acercaste a mí te levantaste las gafas y reíste con limpieza, entonces encontré un hombre atrevido, y eso me gustó mucho más.


.,"¿Que te apetece hacer?.- dijiste en un susurro
-."Ah!, no sé, tal vez dar una vuelta por ahí".-
pasamos la tarde caminando y hablando, el tiempo se convirtió en el agua que cae de los tejados, ligero, fortuito, efímero, pausado, y me atreví a poner mi mano sobre su hombro. Sentí la humedad de tu sudor, la dureza de sus músculos, el tacto del final de su clavícula y el calor de su vida.
         Sé que el calor quita el sueño, que molesta y puede acabar con  todo aquello que le haga frente, pero sentir tu calor es otra cosa, es vida, la humedad abre los poros del sentimiento y remueve los alientos de mi presente y mi futuro.
-."Por momentos me diste la vida, y no quiero olvidar las sensaciones de mi mano sobre tu hombro"



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