CAMINO A CASA

         No espero a las rosas en primavera, ni busco el susurrar de los insectos, ni el gorjeo de los pájaros que se esconden tímidos entre la hojarasca. No aspiro a ser testigo de atardeceres espectaculares, ni a perpetuar las estaciones del año en mis venas y mis ojos.



         Lo único que deseo es volver a experimentar el camino que me traza tu presencia, el sendero de tus manos en mi espalda, la caricia de tus labios siempre dulces y lejanos.
          El contenido de mis sueños, el significante de mis deseos es la sombra de tu ser, el aura de tu existencia invadiendo los espacios que la vida me depara. Recorrer mil mundos en uno solo, y sentir en mi nuca el aliento de los ángeles.
         Para qué me sirven los mares lejanos, esos océanos legendarios en los que los niños viven sus aventuras . Prefiero construir castillos sobre las nubes y habitar en ellos. No son más que sueños, pero los sueños también se viven y se construyen, y se esperan.

Y todo esto lo he pensado camino a casa, después de oír tu voz, de escuchar una simple pregunta tuya.

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