ORGULLO

         No es necesario negarse a si mismo cada vez que pretendes ser feliz, al contrario, lo único fundamental es autoafirmarse, desvelar el interior y el exterior del propio yo: ese es el camino a la felicidad.  El yo es lo más puro que tenemos, lo más intenso y se trata, en definitiva, del pigmento necesario y primordial que da valor a la propia vida.
          Que vivir es un proceso es algo ya sabido, pero que vivir también es una esencia, que hay algo que le hace ser permanente e identificable y, en definitiva, nombrable, ese algo es quien le ayuda a aferrarse ante el paso del tiempo y de las experiencias.
-."Quiero ser  quien soy".- esa es la única verdad, la verdad más trascendental, más libertaria .
-."Quiero ser lo que soy".- es la parte de la verdad en la que nos hacemos una autodefinición ante la sociedad en la que estamos inmersos. Y es esta última pregunta la más fácil de responder, porque en las sociedades ya existen casilleros, clíchés preparados para clasificar a las personas: hombre, mujer, gay, trabajador, músico, científico...
         lo interesante es que la propia afirmación sólo es posible desde el momento en que consideramos a los demás. Es absurdo afirmarse en la basta extensión de un desierto, o en el planeta Marte, donde no hay nadie. Yo me afirmo, me muestro, me desvelo ante los ojos de los demás porque en el fondo necesito de su consideración, de sus palabras o sus silencios, de su amor.


         Y todo esto parece conducirme a una verdad vital, la de sentirme orgulloso de mi, de mis inclinaciones sexuales, de mi capacidad de trabajo, de mis valores y de mi capacidad de querer a los otros. Entonces descubro que es el momento de sentirme singular y único en la Historia del Cosmos y esa misma singularidad la traslado a aquel que me rodea. Soy único y tú también lo eres, somos tan diferentes y tan iguales en nuestras diferencias.
        Sentir orgullo es amarse, y todo lo que procede del amor es positivo. Lo imperdonable es la soberbia, el considerarse diferente a lo que realmente se es, llegando a afirmarse a si mismo a costa de la verdad del otro. La soberbia pierde al hombre, le hace infeliz, es, en definitiva, la inautenticidad lo que trae la muerte.

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