LA MÁGICA SIMPLICIDAD
Comienza a notarse el calor, que asciende por mis pies desgastando la goma de aquellas viejas y deshilachadas zapatillas, y no puedo evitar levantar la mirada en busca de algo que consiga romper la claridad del ,cada vez más largo ,día. Una mujer tendiendo en el balcón, una bandada de pájaros que asciende raspando el aire; y la tranquilidad que da el no tener obligaciones que atender. Son aquellos momento que se asemejan a cuándo estás con alguien y no habláis durante un largo rato simplemente por que no hace falta; porque os lleváis tan bien que no necesitáis hablar para comunicarse.
Al pasar por aquellos espejos, que decoraban la fachada de aquellos negros e imponentes edificios plantados en las grandes avenidas, no puede uno sino girar la mirada para encontrarse contigo mismo. Aquella jovial cara, libre de bello facial, de ojos que contrastan con las rosadas mejillas producidas por aquel sol mediterráneo; de cejas negras y melena, corta pero despeinada, castaña acompañaban al son de los pasos aquellas sensaciones despertadas por la magia de la temperatura en ascenso.
Son aquellos sensaciones que te hacen desear volver a la cotidianidad de los largo días de verano. De volver a los paseos donde seguías los pasos de tu padre, sin rumbo, mientras hablabais como colegas sin la presencia de vuestras madres. Son aquellos días donde el desayuno se alarga un telediario y la comida se saborea con toda la amplitud de tu boca, donde tu lengua juega con el frescor que produce la frescura de aquellas patatas, pimiento y cebolla fría que te daban la energía necesaria para pasar la tarde leyendo cómics cuya tinta negra, aún fresca, desprende un olor que te hace pegar la nariz a aquellas páginas blancas y negras. Cerrando los ojos entre documentales o moviéndose al son de tu música, agarrando el móvil con la mano mientras golpeas con tu cabeza los auriculares que transportaban a un mundo donde tu eras el rey.
Momentos que cuando vives te parecen simples, y es esa simplicidad la que hace tan mágico los meses de verano en aquel mes de Mayo, donde los momentos de la mágica simplicidad escasean.
Los paseos por la tarde en verano te parecen diferentes que lo dados anteriormente. Pararte con él mientras miráis escaparates de cosas que no compraréis; observar a los viejos sentados en terrazas mientras que os compráis un Twister y sois los amos de aquella ciudad a la que no pertenecéis, pero que tan bien conocéis.Hablaréis de la cena que comeréis, algo fresco y salado; y de la película que intentaréis ver en la pobre televisión de verano hasta que os llame el sueño. Todo esto recorriendo las mismas calles, clavándose el mismo empedrado en la suela y oyendo las voces de aquellas personas que no conocemos pero que tanto agradan al crear la banda sonora de aquellos momentos, que ahora no están pero que llegarán.
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