EL CAMINO
Me gusta emprender el camino, comenzar a navegar entre los sueños incrustados en la graba del suelo, en los guijarros secos y pulidos por millones de años. Me gusta sentirme acariciado por la luz que se filtra a través de las hierbas que nacen inocentes en los márgenes de la carretera.
Y cuando alzo la mirada el cielo se enciende, se convierte en una bóveda, en la palma ahuecada de un ser invisible y misterioso, sintiendo el amor que la vida aun está por darme.
En esos pasos no pienso mirar hacia a tras, no quiero recordar la luz pasada a mis espaldas, porque vivir es sentir la eterna novedad, el relato sin fin de los ojos transparentes de la existencia.
Y las aguas que inundaron los espacios, no pudieron acabar con ellos, porque el gris de la desesperanza se ha vuelto verde, oro, luz y brisa.
Voy a empezar a olvidar, porque las infancias tatuadas en el alma, los desarraigos, las traiciones y los desengaños no son más que eso: recuerdos.
Y cuando alzo la mirada el cielo se enciende, se convierte en una bóveda, en la palma ahuecada de un ser invisible y misterioso, sintiendo el amor que la vida aun está por darme.
En esos pasos no pienso mirar hacia a tras, no quiero recordar la luz pasada a mis espaldas, porque vivir es sentir la eterna novedad, el relato sin fin de los ojos transparentes de la existencia.
Y las aguas que inundaron los espacios, no pudieron acabar con ellos, porque el gris de la desesperanza se ha vuelto verde, oro, luz y brisa.
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