LLUVIA

       Y llueve otra vez. Aquellas pequeñas esferas de cristal  precipitándose sobre mi rostro, me forzaban a cerrar los ojos, y a levantar mi frente a un cielo perlado, cargado de una vida cósmica y misteriosa.
       El agua comenzó a formar pequeños regueros, hilos de plata, venas de mercurio que avanzaban por mi cara, mi cuello hacia mi pecho.
El agua no me da miedo, no me importa mojar mi piel hasta calar el espíritu
-. ¡Qué mas da!.- decian mis pensamientos

-. No me importa que me mojes, ni que hagas inservible cualquier centímetro de mis ropas.-
el agua me sonreía, jugaba conmigo y me hacía sentir la calidez extraña de un monzón perdido en el tiempo.

-. Te amo lluvia,.-
de nuevo volvía a sentir su risa, sus manos de vapor querían rozarme las mejillas y forzar mi sonrisa,









-. Lluvia, amada mía, sigo esperándote en cada estación. Bésame, estréchate contra mí y posée  de nuevo toda mi existencia. Entra mi corazón, hasta que su tierra yerma vuelva a ser un vergel de sentimientos y de felicidad.   Amor mío, quiero oir tu risa, sentir la pasión profunda de tu cuerpo transparente y rebelde-.
-.Sabes muy bien hasta dónde puedo llegar.- y de nuevo tú misma te asombras, como sólo pueden hacerlo los hombres ante los dioses, ante los mares, ante las fuerzas más puras de los elementos de la realidad.

Y todos los seres de la tierra serán testigos de la vida, de la paz, del amor perpetuo, de la única manera que la vida tiene derecho a llamarse de tal manera.

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