HUMANIDAD

         Lo único que deseo en estos momentos es ser capaz de tener consciencia, de percibir el interior de mi mismo para poder expresar el camino de la integridad de mi vida. Porque cuando pienso en mi, cuando miro hacia mis adentros no sé realmente si estoy considerando lo que realmente soy, o lo que el mundo ha querido hacer de mi.
         Tengo miedo a mi propia espontaneidad, a ser yo mismo porque reconozco que no pertenezco a ninguna de las casillas que la sociedad he creado. Reconozco que tengo un trato difícil, porque no se me puede encuadrar en el bestiario que hay establecido, no entro en ningún parámetro. 




         Aun así descubro que no soy un caso único, todos los humanos somos así, hay tantos casilleros como nombres, como personas como seres, entidades únicas, individuos.
         El género humano  no es más que la menara de querer experimentar lo inexperimentable, de sugerir la forma de poder apretar con muestras manos espirituales una fruta inexistente. No existe lo humano, no existe la humanidad, existo yo y los otros que me encuentro cada día, existen las personas sumidas en bóvedas de pensamiento y de vivencias. 
         Amar a los hombres de la tierra es amar lo  que de único  hay en mí, porque es imposible amar aquello que no se conoce, que no se experimenta. Amar a los hombres es desear seguir existiendo y acariciar con el pensamiento la tersura de la vida desplegada en el tiempo.

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